miércoles, 13 de noviembre de 2019

Unos versos del siglo XVI en la Posada del Rosario


Juan de Horozco, Sala Lorenzana, Alcázar de Toledo.
1.- LA POSADA DEL ROSARIO. La antigua Posada del Rosario pervive en nuestra ciudad como emblema de su histórica vocación de parada y fonda en una encrucijada de caminos. Junto a esta nuestra única posada conservada, existieron otras de las que ya tan sólo nos queda la noticia de sus nombres: tales como posada de la Estrella, de la Feria, de la Estación, del Puente, del Rincón, de la Piedra, de Valencia, del Mercado, etc. [1]

En su origen, el edificio de la Posada del Rosario debió ser construido hacia los años 1530-1535 como vivienda particular de algún hidalgo local del siglo XVI. Posteriormente, suponemos que hubo de quedar abandonada y servir de furtivo refugio para viajeros durante el siglo XVII, a juzgar por el estilo de las inscripciones descubiertas en sus muros durante su reciente restauración. Finalmente, ya en el siglo XVIII, el edificio habría de acondicionarse como posada para viajeros en un transitado eje de comunicaciones de la floreciente población de Albacete. [2]

Posada del Rosario por Santiago Vico hacia 1973.
2.- UNA POÉTICA INSCRIPCIÓN MURAL. En su reciente rehabilitación como patrimonio cultural protegido, salieron a la luz diversas inscripciones que fueron mayoritariamente eliminadas, si bien se decidió conservar unos versos del siglo XVII inscritos en un muro de la galería superior. En la leyenda de esta inscripción puede leerse la siguiente primera cuarteta de un aparente soneto:
“Cuando os veo, mi Dios, de amor herido
y por mi culpa en una cruz clavado,
Siento, Señor, el haberos ofendido
y lo que redimirme os ha costado…”

Portada de los Emblemas morales, 1604.
3.- ORÍGENES FAMILIARES DE JUAN DE HOROZCO. En realidad, lejos de tratarse de un inspirado fragmento de anónimo autor, al estilo del conocido "Soneto a Cristo crucificado", estos versos se corresponden con una composición procedente de una obra que gozó de gran difusión en los inicios del siglo XVII. Su autor sería JUAN DE HOROZCO Y COVARRUBIAS DE LEYVA (¿1540?-1610), quien descendía de una ilustre, influyente y culta familia toledana. 

En efecto, Juan de Horozco era hijo del conocido poeta y dramaturgo SEBASTIÁN DE HOROZCO (1510-1580), a quien el erudito Julio Cejador atribuyó la autoría de "La vida de Lazarillo de Tormes".

Asimismo, por vía materna, Juan de Horozco era nieto del notable arquitecto toledano ALONSO DE COVARRUBIAS (1488-1570) y sobrino de DIEGO DE COVARRUBIAS Y LEYVA (1512-1577) y ANTONIO DE COVARRUBIAS Y LEYVA (1514-1602), ambos importantes juristas, políticos y eclesiásticos de la época. Sendos tíos de nuestro autor serían retratados por El Greco y, en el caso de Diego de Covarrubias, también sería objeto de un retrato realizado por Alonso Sánchez Coello.

Emblema XII, Libro III, 1589.
A mayor abundamiento, para completar el cuadro familiar, cabría añadir que el autor de los versos inscritos en la Posada del Rosario sería hermano de SEBASTIÁN DE COVARRUBIAS Y HOROZCO (1539-1613), el famoso lexicógrafo del Tesoro de la lengua castellana o española (1611).

4.- VIDA DE JUAN DE HOROZCO. Fue el autor de los versos de la Posada del Rosario, Juan de Horozco y Covarrubias, doctor en Teología, canónigo de Segovia, arcediano de Cuéllar, obispo de Agrigento y, posteriormente, de Guadix, etc.

Durante su estancia en Segovia como canónigo y prior del Cabildo catedralicio,  al amparo del obispo de aquella diócesis, su ya mencionado tío Diego de Covarrubias y Leyva, nuestro protagonista tuvo ocasión de tratar con SAN JUAN DE LA CRUZ y apoyar a SANTA TERESA DE JESÚS en la fundación del convento carmelita segoviano de San José (1574). La propia doctora de la Iglesia se refiere a la ayuda ofrecida por nuestro Juan de Horozco en el capítulo 21 de su “Libro de las fundaciones”: Un sobrino del Obispo hacía todo lo que podía por nosotras, que era prior y canónigo de aquella iglesia….

Emblema XII, Libro III, 1604.
5.- LOS EMBLEMAS MORALES. Juan de Horozco fue autor de abundantes obras de carácter moralizante y didáctico, entre las que destacan sus Emblemas morales, publicados primeramente en Segovia en 1589 y reimpresos más tarde en Segovia en 1591 y Zaragoza en 1604. Aún habría ediciones posteriores e incluso una traducción al latín en 1601.  [3]

Los Emblemas morales de Juan de Horozco fueron el primer intento de predicación moral a través de emblemas poéticos en la literatura española. En estos emblemas o empresas poéticas, que tan populares serían durante el siglo XVII, la imagen y el texto colaboran para producir un mismo efecto didáctico o moralizante. En el caso de los Emblemas morales de Horozco, cada emblema constaba de un icono visual acompañado de unos versos explicativos, cuyo mensaje era glosado, a continuación, en un comentario en prosa. Al parecer, nuestro autor se encargó no sólo de escribir cada composición poética junto con su glosa, sino también de dibujar personalmente el grabado ilustrativo para cada emblema.  [4]

Sebastián de Covarrubias por Espinosa.
Las composiciones poéticas que acompañan a cada ilustración de la obra de Horozco son octavas reales, estrofa de ocho versos endecasílabos introducida en la lírica española por Juan Boscán y Garcilaso de la Vega. 

6.- EL EMBLEMA MORAL DE LA POSADA DEL ROSARIO. La octava real inscrita parcialmente en los muros de nuestra posada se corresponde con el Emblema XII del Libro III de la obra de Horozco. Este emblema se ilustra con una escena en la que un ermitaño San Jerónimo, orante en el desierto ante la cruz y la calavera, golpea su pecho con una piedra. La representación de esta escena varía de la edición princeps segoviana de 1591 a la zaragozana de 1604. Asimismo, resulta significativo el cambio de moldura decorativa que enmarca el grabado, evolucionando desde una arquitectura manierista en la primera edición de 1591 hasta una ornamentación plenamente barroca en la edición posterior de 1604. [5]

El texto que acompaña esta variable ilustración es, sin embargo, idéntico en ambas ediciones de 1591 y de 1604, siguiendo el esquema de rimas típico de la octava real (11A, 11B, 11A, 11B, 11A, 11B, 11C, 11C): 

“Quando os miro, mi Dios, de amor herido
y por mi culpa en una Cruz clavado,
siento lo que es averos ofendido
y lo que redimirme os ha costado;
y hallándome con pecho endurecido
más que piedra, con piedra soy forçado
a quebrantarle, y aunque se defienda,
sacar un fuego que en el alma prenda”.

Diego de Covarrubias por El Greco.
En este Emblema, Horozco apela a la compasión humana para que el lector se conmueva ante la misericordia divina y corresponda con el arrepentimiento y la fe, según el ejemplo de San Jerónimo que se golpea el pecho con una piedra, arrodillado delante de la imagen de la Cruz.

El interés poético de este emblema reside en la voz enunciadora de la invocación inicial: «Cuando os miro, mi Dios, de amor herido», cuyo acento expresivo evoca el anónimo soneto a Cristo crucificado «No me mueve, mi Dios, para quererte». En el caso de nuestro emblema, el sujeto enunciador podría ser tanto la voz de San Jerónimo penitente, como la del propio Horozco o la de cada cristiano lector de esta plegaria. Parece como si el poeta propusiera a cada uno de sus lectores hacer de la octava una oración propia. [6]

Antonio de Covarrubias por El Greco.
Algunos de estos emblemas serían musicados en la época, en una clara demostración de la potencia divulgativa y poética de sus versos. Así, en efecto, ocurre con el emblema XII del Libro III que nos ocupa, cuya letra sería objeto de la primera composición musical incluida en las “Canciones y villanescas espirituales” (Venecia, 1589)  del músico sevillano FRANCISCO GUERRERO (1528-1599). 

A la vista de todas estas múltiples conexiones, podríamos extraer la conclusión de que la inscripción poética mural de la Posada del Rosario aporta, involuntariamente, una dimensión arquitectónica, un marco material, a un polifacético empeño artístico, donde se combinan la didáctica, la poesía, el dibujo y la música de finales del siglo XVI español. 


[1] Enumero nombres de posadas recogidos en un “Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración” de 1881 y en el conocido libro de Alberto Mateos Arcángel, “Del Albacete antiguo: imágenes y recuerdos” (1983).
[2] Luís Guillermo García-Saúco, Pieza 186. “Patio de la posada del Rosario”, páginas 246-247 del Catálogo de la Exposición “Albacete en su historia”, Museo de Albacete, 1991.
[3] Datos biográficos procedentes, principalmente, de http://dbe.rah.es/biografias/24411/juan-de-orozco-covarrubias
[4] Información sobre los Emblemas de Horozco procedente del artículo de Julián Gállego, “Las "Emblemas Morales" de Don Juan de Horozco”, Cuadernos de Arte e Iconografia, Tomo I - 2. 1988. http://www.fuesp.com/pdfs_revistas/cai/2/cai-2-4.pdf
[5] Horozco alcanza, a veces, verdadera altura en su aliento poético. Así, por ejemplo, en el emblema 9 del Libro II de los Emblemas, titulado “Quotidie morimur”, presenta la siguiente octava real (ilustrada con una vela de oscilante llama, sobre un reloj de arena, a su vez colocado sobre una calavera):
“El tiempo vuela como el pensamiento,
huye la vida sin parar un punto,
todo está en un continuo movimiento;
el nacer del morir está tan junto
que de vida segura no hay momento
y aun el que vive en parte es ya difunto,
pues como la vela ardiendo se deshace
comenzando a morir desde que nace”.
[6] Christian Bouzy, “De lo sagrado a lo divino: los Emblemas morales de Juan de Horozco (1589) como parénesis cristiana”, en Ignacio Arellano y Ana Martínez Pereira (eds.),”Emblemática y religión en la península ibérica (Siglo de Oro)”, 2010. Cito por Elena E. Marcello, “Un poema devoto de Cubillo de Aragón y la peste malagueña de 1637”, Revista de Literatura, nº 149, 2013, págs. 269-270, n. 14.